jueves, 14 de noviembre de 2019

ESTUDIO BÍBLICO, 14-11.2018

ESTUDIO   BÍBLICO
14  Noviembre 2019
Lección     :  Deutronomio 6: 4 al 9.
Texto         :   Mateo 22: 37.-
Introducción :

El énfasis está sobre la obediencia. En realidad, hay solamente dos clases de personas en el mundo: aquellos que aman a Dios y aquellos que no le aman. La actitud del corazón de las personas queda en evidencia por su obediencia, o por su desobediencia. Escuche usted las palabras de Deuteronomio 5:29 "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!" Por medio del profeta Isaías 29:13, Dios dijo lo siguiente: "Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado". ¿Recuerda como el profeta Samuel reprendió al rey Saúl? "Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grasa de los carneros" (1 Samuel 15:22). Cuando el Señor Jesús le encargó Su misión a Simón Pedro, le hizo una sola pregunta: "Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?" (Juan 21:16)
Lo más maravilloso en el cielo será ver al Señor Jesús y darnos cuenta plenamente de que nos ama y se entregó por cada uno de nosotros. Pero maravilloso también será que uno amará a todos, y que todos le amarán a uno. Eso, estimado oyente, hará que el cielo sea un lugar maravilloso. Leamos ahora el versículo 3 de este capítulo 6 de Deuteronomio.
"Oye, pues, Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho el Señor, el Dios de tus padres."
Ellos habían prometido obedecer todos los mandamientos del Señor, y sin embargo fracasaron. Lo mismo nos ocurre a nosotros hoy.
Ahora, llegamos a una declaración considerada por muchos teólogos como una de las declaraciones más grandes de toda la Biblia. Leamos el versículo 4::

Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
"El Señor" corresponde a la palabra hebrea formada por las cuatro letras YHWH o JHVH, traducida como Jehová. Dios es la traducción de Elohim, que es una palabra en plural. Como no se da un número con ella, uno puede pensar que el número es tres. En hebreo, un nombre es singular, dual o plural. Cuando es plural pero no se da número, uno puede deducir que se refiere al número tres. Por eso, ésta es una referencia a la Trinidad y podría traducirse "Oye, Israel: el Señor nuestro Elohim (la Trinidad), el Señor uno es."
Israel vivía en un mundo de idolatría. Las naciones eran politeístas; es decir, adoraban a muchos dioses. El mensaje que la nación debía transmitir al mundo, era el mensaje de la unidad de la Deidad. El Señor nuestro Elohim, Uno es. Ese es el mensaje para un mundo entregado a la idolatría.
Hoy día vivimos en un mundo caracterizado, no tanto por la idolatría y el politeísmo, sino por el ateísmo. En el mundo actual, debemos comunicar el mensaje de la Trinidad. Existen el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Estamos hablando en cuanto al mismo Señor. Él es nuestro Elohim, nuestra Trinidad. Pero Él es Uno. Continúa diciendo el versículo 5;

"Amarás al Señor, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas."
Como dijimos antes, nuestro Señor citó éste como el principal mandamiento de todos. En Marcos 12:28-31, dice: "Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir, y sabía que les había respondido bien, le pregunto: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos."
¿Obedece usted este mandamiento? ¿No es verdad que todos necesitamos confesar hoy en día, que no lo ponemos en práctica? No le amamos con todo nuestro corazón y alma. Ojalá que lo pudiéramos guardar. Pero tenemos que decir como el apóstol Pablo en Filipenses 3:13,14, "Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús."
Sí, queremos decir hoy en día que le amamos. Ojalá le amáramos más, pero Él es el objeto de nuestro afecto. En verdad podemos decir que le amamos. Eso es lo que Él preguntó a Simón Pedro. "¿Me amas?" Creemos que hoy, nos hace la misma pregunta a cada uno de nosotros, y se la hace a usted también.
Para aprender a amarle debemos sentarnos a Sus pies y conocerle mejor. Como leemos en Juan 6:68, 69, debiéramos decir con Pedro, "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Él es nuestro Salvador. Él es nuestro Señor. Él es nuestro Dios.
Continuando con el incidente de Marcos 12 en que el escriba interrogó a Jesús, después que Jesús le citara las palabras "Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas" el Señor Jesús continuó respondiéndole y citó de Levítico 19:18, ". . .amarás a tu prójimo como a ti mismo", y dijo que el segundo era semejante al primero. Estimado Hermano, no hay tal cosa como el amar a Dios y aborrecer a Su pueblo. ¿Recuerda usted que al principio de la historia de la iglesia Saulo estaba persiguiendo a los cristianos, y el Señor Jesús se le apareció y le preguntó: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hechos 9:4) Permítanos decirle que debemos tener cuidado al decir que le amamos, cuando estamos mostrando nuestro desprecio hacia algunos creyentes.
Volvamos a nuestro capítulo 6 de Deuteronomio y leamos el versículo 6:
"Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón."
Usted recordará que, en el Salmo 119:11, David dijo: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti". Allí es donde usted y cada uno de nosotros debiéramos tener guardada la Palabra de Dios, estimado oyente. Debiera estar en nuestros corazones. Continuemos leyendo los versículos 7 al 9:

"Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes. Las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas."
Pablo dijo lo mismo en Efesios 6:4: "Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor". Dios ha dado a los padres la responsabilidad de criar s sus hijos en la disciplina y en la instrucción del Señor. Por todas las Escrituras se dice muchísimo en cuanto a la responsabilidad de los padres. Proverbios 22:6, dice: "Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él". Esto no significa instruirlo en el camino por el cual usted quiere que vaya. Significa que Dios tiene un camino para que él lo siga, y que usted debe cooperar con el propósito de Dios. Esto significa, padre, que usted debe permanecer cerca de Dios.
Estas palabras han de ser guardadas delante de ellos en todo tiempo. Usted sabe la profusión con que se anuncian hoy ciertos productos, por todos los medios y al alcance de la vista de las personas. Dios les instruyó para que Su Palabra estuviese constantemente presente y visible entre ellos. Y lo mismo quiere con respecto a nosotros hoy, ¿Por qué? Porque Él sabe que el corazón humano es propenso a olvidar Su Palabra y Su Voluntad. De esa manera desea Dios que Su Palabra sea enseñada a Su pueblo. Debe ser considerada en todas las circunstancias de la vida. Esto es muy importante.

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