miércoles, 21 de diciembre de 2011

NAVIDAD

Navidad

La Navidad



Sexto Julio Africano popularizó el 25 de diciembre como la fecha del nacimiento de Jesús en la obra Chronographiai desde 221, la cual era un recurso de ayudas para el creyente. La fecha del nacimiento de Cristo es tradicional y no debe considerarse como actual.

*Nota: la Navidad no es un invento de la Iglesia Católica Romana.

Aunque hasta el siglo XIX algunas Iglesias protestantes y cristianas dejaron de celebrar Navidad, para desligarse del Catolicismo, la mayoría, comenzando por Lutero, continuaron celebrándola el 25 de diciembre. En Estados Unidos compartieron la Navidad católicos y protestantes y cristianos desde 1607, año en que se celebró por primera vez en Norteamérica.
No hay duda de que nadie sabe cuándo nació Jesús. No hay duda de que los paganos usaron esa época del año para celebrar a sus dioses mucho antes del cristianismo. El hecho es que la iglesia cristiana escogió esos días exactamente por esas razones. Porque no había ningún mandato de Dios bajo el nuevo pacto sobre exactamente cuándo, dónde y cómo celebrar a Cristo (a diferencia del antiguo pacto, donde todos los detalles fueron prescritos), la iglesia cristiana deliberadamente escogió los días paganos para ganar una victoria.

Esa victoria ha sido ganada. El enfoque de la Navidad para los cristianos es Jesucristo. Punto. Nada más.

El hecho que muchos usen esta temporada por otras razones no invalida la adoración a Cristo. El hecho que nadie sabe la fecha exacta cuando Jesús nació no significa que debemos evitar celebrar su nacimiento.

Jeremías 10:3-4 no habla del árbol de navidad, ya que el árbol de navidad no existía 500 años antes de Cristo. Con tal que el creyente no adora a un árbol, está en libertad de usar el árbol ó no. No es un mandamiento pero tampoco se lo impide, si se hace ordenadamente. Cada creyente está en libertad de escoger lo que hace. Dice Romanos 14:5 “Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.”
De todos los casos de los que discuten cuán pagana es la Navidad, yo no conozco a ningún grupo o individuo que proponga y practique seriamente una celebración del nacimiento de Cristo en cualquier otra fecha en que sus cálculos astronómicos e históricos concluyen que fue su nacimiento. El punto de sus argumentos parece ser claro: no proponen celebrar el nacimiento de Cristo en la fecha correcta que no es "pagana" (lo que sea que esto signifique). Ellos simplemente proponen no celebrar el nacimiento de Cristo para nada. ¿Cómo puede alguien ser cristiano y no celebrar el hecho de que Dios, por su gran amor por nosotros (Juan 3:16) entró al tiempo y el espacio para salvarnos?

Para algunos la Navidad significa un sin fin de fiestas, conciertos, regalos, decoraciones, etc. ¿DEBEN los cristianos hacer eso? NO. ¿PUEDEN los cristianos hacer eso? SÓLAMENTE si esas actividades están centradas en el nacimiento de Jesucristo. Si no lo están, y no tienen significado, no hay razón para que los cristianos se involucren en tales cosas.
No hay razón para limitar la celebración del nacimiento de Jesús al 25 de diciembre, o el mes de diciembre. Debemos recordar su nacimiento en otras épocas del año también.

La Navidad, sin importar qué pasó durante la fecha exacta en la historia, y sin importar los cuentos de hadas como renos de nariz roja, el materialismo y las fiestas paganas, celebra un evento que transformó la vida de todos, el nacimiento de nuestro Señor y Salvador.

lunes, 12 de diciembre de 2011

EUTANASIA

Bélgica trasplantes de órganos de pacientes sometidos a eutanasia

La realidad está ahora superando la imaginación y los escenarios más macabros e inquietantes no son fruto de la fantasía de los creadores de películas de terror, sino acontecimientos reales. Un estudio realizado por un equipo de médicos belgas determinó que los pacientes sometidos a eutanasia son ideales donantes de órganos, especialmente de los pulmones. Sobre la base de datos concretos, indican que tres pacientes de cuatro, a los que fueron trasplantados pulmones de donantes sometidos a eutanasia, han tenido un excelente y rápido curso post instalación.

Todos los pacientes a los que les fueron retirados órganos habían dado su consentimiento a la eutanasia sin estar en estado terminal: uno sufría un trastorno mental insoportable, los otros dos de una enfermedad debilitante benigna.

El día establecido fueron conducidos a la sala adyacente a la de los trasplantes y “terminados” con precauciones especiales (les fue administrado un medicamento anticoagulante antes del cóctel mortal de medicinas). Declarados muertos con base a criterios establecidos por la ley belga, fueron intubados y colocados sobre una mesa de operaciones lista, para ser saqueados de sus preciosos órganos.

De acuerdo con un informe elaborado por la Asociación Médica Canadiense el 20% de los enfermeros entrevistados participó en eutanasias y cerca de la mitad de ellos admitió haber participado en esas operaciones sin el consentimiento explícito del paciente.

Tomar órganos de pacientes que no han dado su consentimiento es sólo cuestión de tiempo, dice el Dr. Saunders, ya que ahora la mitad de los casos de eutanasia en Bélgica tienen lugar sin la voluntad expresa de los enfermos. (“The Daily Compass”, el 23 de junio de 2011).

La evolución del mal y el uso de nuevas herramientas de muerte no son casuales sino la consecuencia lógica de las normas jurídicas y conceptos filosóficos sobre el hombre y de su ser en el mundo, que son el resultado de una sociedad que niega la existencia de un Ser Superior y, en consecuencia, de un estatuto jurídico (el derecho natural) que precede a la misma fundación del Estado.

Por lo tanto, en ausencia de un orden universal reconocido, es natural pensar la vida y legislar de acuerdo a un falso orden basado en la inutilidad sustancial de la existencia humana, despojada de cualquier perspectiva sobrenatural.

Si el hombre está destinado a desaparecer en la nada de donde vino, todas las cartas se juegan en el limitado marco de tiempo de su vida terrenal. Así pues, el sufrimiento y enfermedades incapacitantes son una carga insoportable que es perfectamente inútil llevar adelante, aún porque constituyen obstáculos para que otros tengan la oportunidad de disfrutar de la vida. La ley del más fuerte, por lo tanto, se convierte en el único criterio de una humanidad deprimida y espiritualmente aniquilada.

El negocio de los trasplantes de órganos, ahora acríticamente aceptado por todos como el más alto nivel de altruismo y gratuita donación de sí del hombre moderno, se encaja perfectamente en la época en que vivimos: la muerte de un hombre que se auto-elimina o es eliminado adquiere significado y dignidad cuando es útil a otro.

La falta de sentido, de hecho, afecta a los seres humanos en todas las etapas de su existencia, de tal modo que incluso es considerado más terrible vivir sin ninguna perspectiva y sin dejar ningún rastro, que morir. No es de extrañar, por tanto, la facilidad con la que las personas dan su consentimiento para donar órganos vitales y no es de extrañar que la materia prima de los trasplantes provenga cada vez más de personas sometidas a la eutanasia.

Lamentablemente no es de extrañar el hecho de que cada vez más a menudo se recurrirá a la eutanasia sin el consentimiento del paciente o incluso contra ella. El camino del mal es un pozo sin fondo.

(Alfredo De Matteo, Corrispondenza Romana)

martes, 6 de diciembre de 2011

INFORME NACIONES UNIDAS

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD; siglas en inglés: UNDP), publicó el Informe sobre Desarrollo Humano 2011, que lleva por título: “Sustentabilidad y equidad: Un mejor futuro para todos”. El informe adelanta algunas de la conclusiones de la futura Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable (Río de Janeiro, junio 2012), también llamada Río+20, conmemorando el 20° aniversario de la Cumbre Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1992).

Objetivos sin eufemismos
Cualquiera que lea el Informe, conociendo el lenguaje usado por la ONU en los documentos que se han sucedido en estos 20 años, queda con la impresión de que lo único que ha cambiado es que los reales objetivos de las políticas de Naciones Unidas se manifiestan cada vez más claramente, con menos eufemismos.

Helen Clark, Administradora Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, comienza diciendo: la desigualdad de género interactúa con los resultados ambientales y los agrava.

Recordemos que en el lenguaje internacional, “igualdad de género” significa el derecho de las mujeres y las niñas a ejercer el control sobre sus propios cuerpos, su sexualidad y la reproducción. Recordemos también que el término “salud reproductiva”, abarca la esterilización y el aborto por medios químicos y quirúrgicos.

Esterilización y aborto para combatir el “efecto invernadero”
El Informe afirma: “Más allá de los Objetivos de desarrollo del milenio, el mundo necesita un marco para avanzar después de 2015 que refleje la equidad y la sustentabilidad; Río+20 representa una gran oportunidad para llegar a una noción compartida de cómo seguir avanzando”. “Hay alternativas a la inequidad y la insustentabilidad (…) Las inversiones que mejoran la equidad -por ejemplo en cuanto al acceso a energía renovable, agua y saneamiento, y salud reproductiva- pueden mejorar tanto la sustentabilidad como el desarrollo humano”.

“Nuestro Índice de Desigualdad de Género (IDG), que este año fue actualizado para 145 países, muestra cómo las restricciones a la salud reproductiva contribuyen a la desigualdad de género. Se trata de un tema importante, porque en los países donde existe un control efectivo y universal de la reproducción, las mujeres tienen menos descendencia, con los beneficios que ello implica para la salud materna e infantil y para la reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero”.

“Por ejemplo, en Cuba, Mauricio, Tailandia y Túnez, donde tanto los servicios de salud reproductiva como los anticonceptivos están disponibles sin restricción, las tasas de fecundidad se sitúan por debajo de los dos nacimientos por mujer. Sin embargo, en el mundo persisten muchas necesidades no satisfechas en este ámbito y los datos sugieren que si todas las mujeres pudieran ejercer sus derechos reproductivos, el crecimiento demográfico se reduciría lo suficiente para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles más bajos que los actuales. Se calcula que de atenderse las necesidades de planificación familiar no cubiertas de aquí a 2050, las emisiones mundiales de dióxido de carbono se reducirían hasta en 17% por debajo de sus niveles actuales”. Por lo visto, consideran una “conquista” llegar a una tasa de natalidad inferior a la necesaria para el recambio generacional; ¿se pretenderá la desaparición de esos países?

Concluye la primera parte del informe diciendo: “los derechos reproductivos, incluido el acceso a servicios de salud reproductiva, son una condición previa de empoderamiento de la mujer y también podrían evitar la degradación ambiental”.

Salud reproductiva con la complicidad de líderes religiosos
El Informe registra el “éxito” de las políticas de salud reproductiva (esterilización y aborto) en “Bangladesh, donde la tasa de fecundidad cayó de 6,6 nacimientos por cada mujer en 1975, a 2,4 en 2009”. Allí, dice el documento, el gobierno recurrió a programas de divulgación y subsidios para facilitar la disponibilidad de medidas anticonceptivas, y además a “debates con líderes de opinión de ambos sexos -religiosos, maestros y organizaciones no gubernamentales- para influir en las normas sociales”.

Por lo demás, el Programa de la ONU para el Desarrollo afirma que en Informe sobre Desarrollo Humano 2011 es “coherente y refleja las declaraciones internacionales sobre desarrollo sostenible, como las de Estocolmo (1972), Río de Janeiro (1992) y Johannesburgo (2002), que promueven los tres pilares del desarrollo sostenible: equidad ambiental, económica y social”.

Fuente: Juan Claudio Sanahuja | noticiasglobales.org

jueves, 1 de diciembre de 2011

Asegurarse de la Muerte antes de la Donación de Órganos

Conmoción: asegurarse de la muerte antes de la donación de órganos es innecesario



Saquemos nuestras propias conclusiones sobre la ley de donación de órganos vigente en Chile.

Tres expertos han argumentado que, debido a que los donantes de órganos suelen estar vivos cuando se extirpan sus órganos, la comunidad médica no debería requerir que los donantes sean declarados muertos, sino que en lugar de ello deberían adoptar criterios morales más “honestos” que permitan la extirpación de órganos de los pacientes que se están “muriendo” o que tienen “lesiones graves”, con el consentimiento adecuado.

Ellos dicen que este enfoque evitaría la afirmación “pseudo-objetiva” que un donante está “realmente muerto”, lo que a menudo se basa en definiciones puramente ideológicas de la muerte, diseñados para ampliar el número de donantes de órganos, y permitiría que los extirpadores de órganos sean más honestos con el público, así como también garantizaría que los donantes no sientan dolor durante el proceso de extirpación.

Estos comentarios escalofriantes fueron ofrecidos por el doctor Neil Lazar, director de la unidad de cuidados intensivos médico-quirúrgicos en el Hospital General de Toronto, por el doctor Maxwell J. Smith, de la Universidad de Toronto, ambos en Canadá, y por David Rodríguez Arias, de la Universidad del País Vasco en España, en una conferencia sobre bioética realizada en los Estados Unidos de América en octubre, que fue publicado en un reciente artículo en la American Journal of Bioethics (Revista Americana sobre la Bioética).

Los autores declaran abiertamente que, en la práctica actual, los donantes pueden estar todavía técnicamente vivos cuando se extirpan los órganos – una condición necesaria para producir órganos sanos y vivos. Debido a esto, ellos dicen que el protocolo que requiere de la muerte de un donante es “peligrosamente engañoso”, y podría pasar por alto el bienestar del donante que todavía puede experimentar sufrimiento durante el procedimiento de extirpación.

Ellos afirman que “dado que en general se presume que los individuos muertos no pueden ser dañados, la veneración de la regla del donante muerto es engañosa”. “En última instancia, lo que es importante para la protección y el respeto de los posibles donantes no es tener un certificado de defunción firmado, sino más bien estar seguros que ellos se encuentran en un estado más allá del sufrimiento y garantizar que se respeta su autonomía”.

En lugar de la llamada Regla del Donante Muerto (RDM), los autores proponen que los donantes deben estar “protegidos de cualquier daño” (es decir, darled anestesia para que no puedan sentir dolor durante el proceso de la donación), que se obtenga el consentimiento informado, y que la sociedad debe estar “plenamente informada de la naturaleza innatamente discutible de cualquier criterio para declarar la muerte”.

Los médicos resaltan que desarrollan el criterio de la llamada “muerte cerebral”, que a menudo es utilizado por los médicos para declarar la muerte antes de la donación de órganos, fue una “estrategia ideológica” destinada para aumentar el número de donantes, pero que se ha encontrado que es “empírica y teóricamente fallida”. Ellos critican también los últimos intentos de crear nuevas definiciones, inclusive más flexibles, de la muerte, como la muerte circulatoria, que ellos argumentan, lo que se busca es simplemente “pretender” que el paciente ha muerto con el fin de obtener sus órganos.

La legitimidad de la “muerte cerebral”, de la “muerte cardiaca” y hasta de la “muerte circulatoria” – que puede ser declarada sólo 75 segundos después que se detiene la circulación – como muerte real, ha sido un debate permanente, dentro del foro público, sobre la donación de órganos. Muchos expertos afirman que los médicos familiarizados con la donación de órganos son conscientes de que los términos, destinados a delinear un umbral de la muerte probable, es diferente de la muerte corporal real, lo que torna muy incierto el estatus moral de la donación de órganos.

Mientras tanto, han surgido innumerables historias del despertar “milagroso” luego de una muerte cerebral, las cuales proporcionan peso a los argumentos de los médicos y otros que dicen que el proceso de procurar órganos viables no sólo no garantiza que un paciente ha muerto sin duda, sino que es imposible a menos que un cuerpo todavía esté técnicamente vivo.

El doctor Paul Byrne, un neonatólogo con experiencia, profesor clínico de pediatría en la Universidad de Toledo en los Estados Unidos, y el presidente de la Life Guardian Foundation (Fundación Guardiana de la Vida), dijo que no estaba sorprendido por las recientes declaraciones, de las que dijo que sólo reflejan un secreto salido a la luz pública, que desde hace mucho está presente en el campo de la donación de órganos.

“Todos los participantes en el trasplante de órganos saben que los donantes no están verdaderamente muertos”, le dijo Byrne a LifeSiteNews/Notifam, en una entrevista telefónica el martes 1 de noviembre.

“¿Cómo se pueden obtener los órganos sanos de un cadáver? No se puede”.

Byrne afirmó que la administración de medicamentos para el dolor de los donantes de órganos es rutinaria. Él observó que los médicos que toman órganos de donantes con muerte cerebral “tienen que paralizarlos para que no se muevan cuando los cortan para tomar los órganos, y cuando los paralizan sin anestesia, su ritmo cardíaco aumenta y la presión arterial sube”. “Esto no es algo que le ocurre a alguien que está realmente muerto”.

El neonatólogo dijo que ha estudiado personalmente la teoría de la “muerte cerebral” desde 1975, siete años después del primer trasplante de órganos vitales en 1968, y ha encontrado que los criterios de la muerte han sido continuamente modificados para dar cabida a una demanda de órganos frescos. La idea de una “regla del donante muerto” ni siquiera aparece hasta la década de 1980, dijo él, y no hizo entrada, dentro del lenguaje común, hasta años más tarde.

“Realmente no hay regla del donante muerto, a pesar que están tratando de hacer parecer que la hay”, dijo Byrne.

En el 2008 Byrne dirigió una conferencia en el Vaticano sobre los criterios de “muerte cerebral”, en la que un nutrido grupo de expertos internacionales, muchos de los cuales son líderes mundiales en sus campos, certificaron la ilegitimidad de la “muerte cerebral” como un criterio aceptado para la extracción de órganos.

Los comentarios de los expertos canadienses y españoles han sido objeto de críticas por parte de la comunidad de donantes de órganos, algunos de cuyos miembros han expresado su preocupación porque los Estados podrían llevar a la gente a optar por donar sus órganos.

“En la inmensa mayoría de los casos, el concepto de muerte es fácil y obvio, y no está sujeto realmente a cualquier interpretación compleja. Es un concepto muy claro”, le dijo al periódico la National Post (El Correo Nacional) en Canadá, el doctor Andrew Baker, director médico de la Trillium Gift of Life Network (Red Trillium Regalo por la Vida), quien supervisa el sistema de trasplante en la provincia de Ontario. “Están muertos, se puede ver, no hay retorno”.

James DuBois, un profesor de ética en la salud en la Universidad de Saint Louis en los Estados Unidos, también criticó los comentarios, al decir que eliminar la Regla del Donante Muerto podría “tener consecuencias negativas: disminución de los índices de donación de órganos, alterar a los miembros de la familia del donante y crear malestar entre los trabajadores de la salud”.

Fuente: Notifam –Autor: Kathleen Gilbert