jueves, 22 de agosto de 2019

LA REPETICIÓN DE LOS 10 MANDAMIENTOS

ESTUDIO BÍBLICO
Jueves 22 agosto 2019
Lección : Deutronomio 5: 01 al 05.
Texto : Hebreos 13: 21.-


La repetición de los diez mandamientos:

Aquí tiene usted los cuatro pasos importantes que debemos tener en cuenta en relación con la Palabra de Dios. El primero es oírla. El segundo es aprenderla, conocer lo que Dios está diciendo. El tercero es guardarla. Eso significa tenerla grabada en el corazón. Recordemos cómo David habló de esta realidad. Dijo en el Salmo 119:11: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti". El cuarto paso es ejecutarla. No sólo debe estar en la cabeza y en el corazón, sino que también la Palabra de Dios debe llegar allí donde están los pies y las manos, transformándose en acción.

Permítanme decirles estimados hermanos, que hay muchos que dicen que viven según los Diez Mandamientos y que éstos constituyen su religión. Es importante examinar a tales personas para descubrir lo que creen. Descubrirá usted que lo que realmente quieren decir es que están de acuerdo con ellos. Los han oído y creen que son buenos, pero ciertamente no los obedecen.
En realidad la ley es como una cuerda de plomada, que determina la verticalidad de una pared torcida. Es como un espejo colocado en frente del corazón. Es como el faro de un automóvil que ilumina el camino en las tinieblas y que revela las curvas que hay más adelante.
Dios expresó con toda claridad que Él no salva a los hombres por el hecho de guardar un código moral. No hay nada malo en un código moral. Pero sí hay algo radicalmente malo en nosotros. El apóstol Pablo declaró esto en su carta a los Gálatas 2.16, dijo: "sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado". Nadie es justificado por la ley. ¿Por qué no? Porque nadie puede hacer las obras de la ley.

Entonces, ¿para que sirve la ley? Preguntó el apóstol Pablo, en la misma carta a los Gálatas 3:19. Y respondió: "Fue dada después, para poner de manifiesto la desobediencia de los hombres, hasta que viniera aquella descendencia a quien se le había hecho la promesa. La ley fue proclamada por medio de ángeles, y Moisés actuó de intermediario. Es lógico preguntar cuál es el propósito de la ley. La respuesta es que fue añadida a causa de las transgresiones, hasta el tiempo en que viniera la simiente. Es decir, fue temporal hasta que viniera la simiente, que era Cristo. Y el apóstol Pablo añadió en los versículos 24 y 25 de la misma carta a los Gálatas, y también en el capítulo 3: "la ley, como el esclavo que vigila a los niños, nos acompañó hasta la venida de Cristo, para que por la fe alcanzásemos la justicia. Pero ahora que ha llegado la fe ya no estamos a cargo de aquel esclavo que era la ley. La ley pues, sirvió de ayo, como aquel esclavo que guiaba al niño por la mano, para traernos a la cruz, así como dicho esclavo llevaba al niño a la escuela. La ley pues nos trae a la cruz y dice: "Tú eres pecador y necesitas un Salvador". El propósito de la ley es, pues, revelarnos nuestra necesidad de un Salvador. La ley es buena, estimado oyente; no hay duda alguna al respecto. La ley revela la mente de Dios. Revela cuan lejos estamos usted y yo de la gloria de Dios. La ley revela que ". . .todos pecaron, y están lejos de la presencia gloriosa de Dios". Deje pues usted que esta ley le traiga a Cristo. Volviendo ahora al capítulo 5 de Deuteronomio que estamos estudiando, leamos los versículos 2 y 3:
"El Señor, nuestro Dios, hizo un pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres hizo el Señor este pacto, sino con nosotros, todos los que estamos aquí hoy vivos."
Dios no dio la ley a los patriarcas. No la dio a los israelitas cuando estaban allá en Egipto. La ley no les fue dada hasta que estuvieron en el desierto, en Horeb, en el Monte Sinaí. La ley fue dada a la nación de Israel. Continuemos con los versículos 4 .
"Cara a cara habló el Señor con vosotros en el monte, de en medio del fuego. Yo estaba entonces entre el Señor y vosotros para comunicaros la palabra del Señor, porque vosotros tuvisteis temor del fuego y no subisteis al monte. Él dijo: Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí."
Es que cuando los israelitas vivían en Egipto, estaban rodeados de idolatría. Ahora bien, el primer pecado del hombre no fue el de convertirse en ateo. Su pecado fue el de convertirse en politeísta, es decir, que consistió en adorar a muchos dioses. Por ejemplo, en la torre de Babel construyeron un "zigurat", es decir, una torre. En la cúspide de la torre ofrecían sacrificios, aparentemente dedicados al sol. Parece que el sol y los planetas estaban entre los primeros objetos que los seres humanos adoraron cuando se alejaron de Dios. Después del diluvio, indudablemente no adoraron al trueno ni al relámpago porque les temían. Pero adoraron al sol, es decir, dedicaron su culto a las criaturas antes que al Creador. Por ello, fue pues al politeísta que Dios dijo: "No tendrás dioses ajenos delante de mí". No fue sino hasta el tiempo de David cuando se introdujo el ateísmo. Antes de esa época, los seres humanos estaban demasiado cerca del origen de la revelación como para ser ateos. La revelación de Dios estaba aún en su memoria y nadie negaba la existencia de Dios. En sus tiempos, David dijo en el Salmo 14:1: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios". La palabra "necio" significa falto de razón. Un hombre que dice que no hay Dios es pues falto de razón, o no es sincero. Este primer mandamiento ni siquiera mencionó la incredulidad ante la existencia de Dios. El mandamiento dijo que no debían adorar a muchos dioses.

5:5 "yo estaba entonces entre Jehová y vosotros… vosotros tuvisteis temor" El pueblo tenía miedo de Jehová, entonces Moisés fue un mediador entre Jehová y los israelitas (véase Ezequiel 20:35).

pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.-

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