miércoles, 3 de enero de 2007

ESTEBAN, un hombre lleno del Espíritu Santo

Todos ansiamos que nuestra vida tenga sentido. Muchas personas buscan trascender alcanzando el éxito o ejerciendo poder sobre otros. Jesucristo propone un camino totalmente diferente, opuesto al del mundo. En Esteban, el primer mártir de la iglesia, descubrimos a un hombre común cuya vida trascendió porque estaba lleno del Espíritu Santo. " En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues,hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolas...
Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Entonces se levantaron unos de la sinagoga... disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.. Hechos de los Apóstoles 6:1-10.
Ser lleno del Espíritu Santo
es ser lleno de Cristo:
El testimonio de Esteban respalda esta afirmación: para él, ser una persona llena del Espíritu es ser llena de Cristo. Tanto su vida, en el breve pero intenso tiempo en que sirvió a la iglesia, como la forma en que murió ejemplifican esta verdad. En Esteban podemos reconocer tres manifestaciones de esa llenura de Cristo: en relación con el servicio, con el uso de la Palabra y con el martirio.
Lucas subraya el hecho de que Esteban servía entre el pueblo. ¿Qué hacía entre el pueblo? Basicamente, dos cosas: servir a las mesas, en la distribución diaria de comida, y hacer señales y prodigios. Es notable que, para arreglar las mesas y servir la comida, se requiera ser lleno del Espíritu Santo. Erróneamente nos hemos convencido de que sólo los evangelistas y los que hablan desde el púlpito deben estar llenos de la unción del Espíritu, pero no necesariamente los que sirven a las mesas. En la iglesia toda actividad necesita de hombres y mujeres, llenos del Espíritu.(continuara)

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