viernes, 7 de agosto de 2015
JUICIO.-
NUESTRO PAN DIARIO
viernes, 07 de agosto 2015
El juicio de Dios Romanos 2:1-16
Teniendo en cuenta que el apóstol Pablo no dividió sus cartas en capítulos y versículos, como las tenemos hoy, no nos sorprende que al comienzo de nuestro segundo capítulo el tema sea el mismo que ocupó la última parte del primer capítulo: el pecado del hombre y la ira de Dios. De ahí que encontremos en estos dieciséis primeros versículos del capítulo 2 más referencias al pecado (la impenitencia, v. 5; y la rebeldía y la desobediencia, v. 8) y a "la ira" (también los vv. 5 y 8). Pero dentro de este mismo tema general, el argumento del apóstol se desarrolla. Si bien el pecado del hombre atrae la ira de Dios, ésta, a su vez, conlleva el juicio de Dios. ¿Qué hace Dios con su ira? ¡Castiga!
Para enfatizar el carácter del juicio divino, Pablo empieza refiriéndose al juicio del hombre: v. 1. A nivel social es necesario que los hombres juzguen a sus semejantes. Un juez humano que tiene integridad, conocimiento, compasión y discernimiento, puede y debe examinar y juzgar las cosas que se le presenten. No hay nada intrínsecamente injusto, hipócrita, o fuera de lugar en eso. Pero no es así a nivel espiritual. ¿Por qué? Porque, como Pablo implica en Romanos 2:1, los seres humanos tendemos a ver con más frecuencia la culpabilidad del otro que la nuestra.
Además, mientras que las leyes suelen dejar clara la distinción entre los inocentes y los culpables (¡no siempre!), la ley perfecta de Dios nos condena a todos, y, por lo tanto, no queda nadie que tenga derecho o capacidad como para ser el juez de los demás. Ningún hombre, pues, puede ser el último árbitro en el juicio de otro hombre, en el terreno espiritual.
Quien sí tiene derecho a juzgar es Dios. Entonces, ¿cómo juzga El? El apóstol Pablo nos da varias respuestas a esa pregunta.
1. El. JUICIO DE DIOS ES INEVITABLE
Si bien la frase "el juicio de Dios" puede referirse al contenido de su juicio, el énfasis en este pasaje está en la ocasión del juicio. "¿Y piensas... que tú escaparás del juicio de Dios?" (v. 3); "el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios" (v. 5); "el día en que Dios juzgará... “(v. 16). Huelga decir que, para Pablo, el día del juicio era un día ya fijo en el eterno calendario de Dios. No se trata de una amenaza vacía para hacer que la gente se comporte mejor. No depende de ninguna circunstancia ni de la futura dirección moral o espiritual de la humanidad. Pase lo que pase, vendrá el día cuando el Juez divino pronunciará sentencia sobre todo hombre. Es un hecho inevitable.
2. EL JUICIO DE DIOS ES JUSTO
En nuestra época, en la que el concepto mismo del castigo es casi anatema y muchos prefieren hablar de disuadir a los criminales de rehabilitarlos, de reeducarlos y de curarlos, no es de extrañar que para muchos, aun de los que se llaman cristianos, la justicia de Dios se haya ahogado en el mar de su amor. Poco a poco se va convirtiendo la verdad bíblica, "Dios es amor", en un lema totalmente anti-bíblico, "el amor es Dios", o quizá, "Dios es amor y nada más". Si el universalismo va creciendo en popularidad diaria-mente, es en gran parte porque se ha perdido de vista la justicia de Dios y otros de sus eternos atributos.
Si nos acercamos honestamente a la Palabra de Dios, ésta, lejos de decirnos que Dios está tan lleno de amor y compasión que no podrá condenar a nadie, nos dice: "...el juicio de Dios... es según verdad" (Romanos 2:2); y habla del "justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras" (vv. 5,6). Casi todos entendemos que en un juicio humano, el juez que absuelva al culpable, por ejemplo poniendo en libertad al asesino, actúa muy injustamente. Sin embargo, ¡parece que una mayoría de los llamados cristianos hoy en día están esperando que Dios los juzgue a ellos precisamente de esta manera tan injusta! ¿Qué diría la gente del juez humano que dijera: "Yo soy tan compasivo, comprensivo y amable que voy a declarar inocente a toda persona que se presente ante mí, cualquiera que haya sido su crimen"? ¡Así, para muchos, actuará el Juez de toda la tierra!
Entonces, ¿cuál será la base del inevitable y justo juicio de Dios?
3. EL JUICIO DE DIOS ESTÁ BASADO EN LA OBEDIENCIA A SU LEY
Dios no juzgará a los hombres según nacionalidad (v. 10 b), privilegios o profesiones externas (vv. 12, 13), sino conforme
a los hechos. La norma es sencilla y universal: los que guardan la ley de Dios son declarados justos; los que no la guardan son declarados culpables. No importa que sólo los judíos recibieran las tablas de la ley, porque los gentiles tienen la ley escrita en sus corazones, conciencias, y mentes (v. 15).
El problema está en que, según esta norma, todos los seres humanos han quebrantado la ley de Dios, y "cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos" (Santiago 2:10). Entonces, hay aquí un dilema: el juicio de Dios está basado en la obediencia a su ley, pero "por las obras de la ley nadie será justificado" Gálatas 2:16
Pero gracias a Dios, la Biblia no consiste solamente en la Ley, que condena, sino también en el Evangelio, que salva. No es que el Evangelio deshaga la Ley. No es que Dios haya cambiado sus justas demandas. ¡Son los hombres los que abrogan las leyes que no se pueden guardar! ¡Dios no es así! Sin embargo, hay veces cuando un juez puede mostrar misericordia y a la vez mantener las exigencias de la ley. Una de las formas en que se puede hacer es mediante una sustitución. Sólo se requiere que el sustituto sea inocente y que esté dispuesto a sustituir al culpable. ¡El eterno Hijo de Dios se ofreció para sustituir a los culpables escogidos de Dios! Cristo, en mi lugar, era culpable. Dios, por lo tanto, no podía absolverle. Tenía que condenarle y castigarle. Los tormentos de mi infierno se convirtieron en las agonías de mi Salvador y Sustituto.
Esto es el Evangelio. El Evangelio no es mi fe, sino que ésta es mi asombrada y agradecida respuesta a aquél. De ahí que Pablo pueda terminar esta parte de su exposición del juicio y la ira de Dios, algo sorprendentemente, con la palabra "evangelio" (v. 16). Aunque el juicio de Dios es inevitable, justo y exigente, de tal manera que nos damos cuenta de que nuestra única expectativa es la condenación eterna, la fe se apropia de la perfecta justicia de Cristo y ve a éste llevando, y por lo tanto, quitando para siempre nuestra culpabilidad y castigo. "Al que no conoció pecado, por nosotros lo h izo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Corintios 5:21).
pastor SAMUEL RICARDO siervo de Jesucristo.-
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